LucasArts, en cooperación con la editora británica Traveller´s Tales, nos ofrece una completa recopilación del universo cinematográfico de Indiana Jones reconvertido en fichitas de LEGO (sí, el popular juguete de plásticos interconectables). ‘LEGO Indiana Jones: La trilogía original’, lanzado aprovechando el tirón del reciente estreno de la cuarta película de la saga, recoge las tres primeras entregas del intrépido arqueólogo, suponiendo la segunda adaptación a los bloques construibles del cine de Lucas tras el anterior LEGO Star Wars.
Con él estamos ante un adictivo videojuego que constituye una ocasión única de volver con nuestro LEGO y dejar que la nostalgia se apodere de nosotros cuando Indiana rompa a base de latigazos todo lo que pille, recordándonos esas torres con aires de rascacielos que, con unos cimientos temblorosos, eran derruidas por el manotazo de nuestro hermano pequeño, deshaciéndose en mil colores.
Un argumento conocido
La historia sigue a rajatabla el guión de la trilogía protagonizada por Harrison Ford, incluyendo míticas escenas grabadas en la mente de todo hijo de vecino: la carrera delante de la bola gigante al huir del templo, la persecución en las vagonetas, Indy en la moto-sidecar con su padre, el árabe exhibicionista de la cimitarra que pide a gritos un disparo de nuestro héroe… Todas estas imágenes para el recuerdo las podremos contemplar a través de divertidas secuencias animadas que harán las delicias de los forofos del arqueólogo, pero podrán quedarse en insuficientes e incompletas (en cuanto a información de la trama), para aquel que nada sepa de la saga... si es que hay alguien.
Cada película ha sido dividida en seis misiones que tendrán lugar en las diferentes localizaciones recorridas por el ‘auténtico’ Indiana: las selvas de Sudamérica, los desiertos egipcios, el exotismo de la China gangsteril y los pueblos de la India…
El humor baña el relato de los clónicos muñecos, al tiempo que las referencias al cine de Lucas son constantes –Indiana Jones trata de engañar a su rival Bellog y a los nativos peruanos que le acompañan, mostrándoles la cabeza del robot C3PO en lugar del ídolo Hovito encontrado en el templo- y se mezclan, en un acertado batí burrillo, la creatividad del juguete de las piezas con la acción de los films.