Final Fantasy VII supuso para más de 10 millones de jugadores una experiencia única, sobrecogedora y, a la vez, incompleta. El cuerpo pedía respuestas para un sinfín de preguntas que quedaron en el aire, y la simbiosis con los personajes llegó a tal punto que todo el mundo se quedó con ganas de más. Después de dos títulos (Dirge of Cerebrus y Advent Children) que forman parte de la FFVII Compilation y que no arrojaron mucha luz en la oscuridad, llega por fin Crisis Core, la guinda para un episodio determinante en el mundo de los videojuegos.
De la mano de Zack Fair, un idealista miembro de segunda clase de SOLDADO que aspira a convertirse en un héroe, iremos descubriendo en una muy elaborada historia lo podrida que está por dentro la corporación Shinra. Esta sucesión de corrupciones y desengaños, que se desarrolla siete años antes de los sucesos de FFVI, llevará a nuestro protagonista a enfrentarse a todo aquello en lo que creía y a confiar en nuevos aliados. Entre ellos estarán muchos viejos conocidos, como es el caso de Aeris, Cloud, Tifa y, sobre todo, Sephirot. Volver a ver en acción a este enigmático antihéroe ya es de por sí motivo más que suficiente para que miles de seguidores de la saga compren este FF. Su recuperación junto al resto de nombres conocidos y su espíritu suponen en todo caso un importante plus añadido.
Fiel, pero también innovador
La dinámica de esta entrega se mantiene fiel a cualquier título de la saga, con una combinación bastante equilibrada entre la exploración, las misiones y los combates. El universo es mucho menos vasto que el de FFVII, pues el desarrollo en sí también es mucho más corto que el original (éste cuenta con unas 20-25 horas de vida). Además de las aventuras por las que nos lleve la trama, existen infinidad de misiones secundarias que, sin tener mucho sentido o explicación, sirven para aumentar nuestro nivel y alargar su duración.
La mezcla de acción y el RPG se hace con la pericia que ya empleó en su día, sin ir más lejos, el Kingdom Hearts. Los combates se desarrollan en tiempo real y la libertad de movimiento por el escenario es total. Así uno puede esquivar los ataques del enemigo rodando por el suelo, o ponerse en su espalda para infringirle una mayor cantidad de daño.
El mero hecho de ver a Zack espada en mano con el traje de SOLDADO es un auténtico déjà vu, es igual que controlar a Cloud, con su enorme mandoble, sólo que teñido de moreno y diez años más tarde. Y es que, a pesar del tiempo, el sistema de combates de Crisis Core conserva gran parte de los aspectos que hicieron grande a su predecesor: las magias, el sistema de aumento de niveles y, especialmente, las invocaciones. Se puede afirmar que son de las más espectaculares vistas en ningún Final Fantasy. Y gran parte de culpa lo tiene su motor gráfico.