Hay juegos que parece que no logran cuajar como es debido en la plataforma original para la que son concebidos. Este Okami, uno de los mejores títulos de la pasada generación de consolas, tuvo que enfrentarse a un público que no terminó de verlo como la joya que es. Ahora, dos años después de su lanzamiento original, llega a Wii para buscar la reválida y la obtiene con creces: si su principal novedad era combatir “a golpe de pincel”, pedía a gritos el control de la consola de NIntendo.
Okami es una rareza, una de esas pequeñas muestras de creatividad que los grandes estudios conceden de vez en cuando. Capcom delegó en Clover Studios el desarrollo de la aventura original, una suerte de Zelda version “Play” con estilo cell shading y con el arte y la mitología japonesa como telón de fondo. Ahora, dos años después, llega la versión desarrollada para Wii de la mano de ReadyAtDawn Studios y Criware y, en cierta forma, el tiempo ha dado la razón a los desarrolladores iniciales.
Su gran baza es utilizar un pincel para conjurar ataques, poderes regenerativos etc. En la versión anterior estos comandos se ejecutaban con el control digital sin llegar a generar una verdadera sensación de estar “pintando” sobre la pantalla. Ahora, en la versión Wii que nos ocupa, el control de los ataques ha sido sustituido por el intuitivo control del Wiimote. Por el camino se ha perdido definición en los gráficos, que no alcanzan la definición mostrada en PS2, pero ese es un mal menor teniendo en cuenta que su base es el hábil y rápido uso del pincel. De ahí que los usuarios de Wii pueden decir sin miedo alguno que van a disfrutar de la versión “completa” de esta fantástica aventura.
En la piel de Amaterasu, una loba blanca, y de la mano del pequeño dios Issun, el jugador recorrerá una hermosa leyenda construida sobre gráficos que imitan el arte japonés y acompañado de una banda sonora que alcanza momentos de verdadera delicia. Adentrarse en su mundo es un auténtico placer que nadie debería perderse.
La aventura del Pincel Celestial
El arma principal de Amaterasu es el Pincel Celestial, un arma cedida por los dioses para frenar el avance del malvado Orochi, un dragón al que la loba protagonista venció 100 años atrás. Se pueden llegar a aprender hasta 13 técnicas diferentes que ayudarán a los protagonistas a llegar al final de la historia. Su consecución es lineal, en el estilo de las aventuras clásicas, pero su búsqueda siempre va acompañada de misiones y submisiones que van profundizando en la trama de la leyenda.
El sistema de batalla y acción es sencillo e intuitivo: para obtener bonificaciones y mejoras en el personaje se debe combatir como en todo RPG que se precie. Las batallas vienen señalizas en el escenario y en un principio pueden evitarse, cosa que no es recomendable ya que una vez avanzada la historia el volumen de enemigos es mucho mayor y conviene llegar lo mejor equipados y mejorados que se pueda.
Una vez que se inicia la batalla la pantalla delimita el campo de acción, en el cual el personaje y enemigos pueden moverse en tiempo real. Los ataques se realizan con el Wii mando, ejecutando diferentes dibujos en el aire que dan como resultado potentes golpes a los enemigos y combos impresionantes. La idea es así de sencilla, pero es incluso más fácil ejecutarla. En ese sentido se puede decir que Okami fue un juego prematuro: necesitaba del Wii mando para explotar todo su potencial.
El sistema de avance no sorprenderá a los más curtidos en estas lides. Un escenario central va dando paso a la ampliación del mapeado correspondiente, con sus búsquedas obligatorias y submisiones. Encontrar los 13 pinceles y devolver la vida a las zonas envenenadas nos lleva al éxito final.
El fallo de la traducción
Lo único incomprensible en Okami es que teniendo un auténtico “sleeper” entre manos, su distribuidor haya caído en el mismo error que cometió en su versión para PS2: ofrecerlo sin traducción. Algo que acaba por completo con la posibilidad de que muchos se acerquen siquiera a probarlo. Con sus características y con su calidad no se merece llegar hasta nuestras consolas sin traducir, aunque sus diálogos y situaciones no planteen muchos retos lingüísticos a los menos curtidos en el lenguaje de Shakespeare.
No obstante puede afirmarse que Wii recibe con este título uno de los mejores de la generación pasada y lo mejora, sacrificando la calidad gráfica de la anterior versión por una mayor jugabilidad. Su estilo pretende convertirlo en un Wind Waker folclórico y, aunque está a años luz de la perfección gráfica del juego de GameCube (en ambas versiones, tanto la de PS2 como la de Wii), ofrece suficientes puntos novedosos como para que el que no conozca a esta loba blanca se anime a echarse unas partidas.
Su profundidad, acabado, estilo y músicas confieren una experiencia que nadie debe perderse, y ante la escasez de aventuras y RPGs de la consola de Nintendo, es como mínimo, una compra a tener en cuenta para los seguidores de estos géneros.